jueves, 30 de octubre de 2008

Desconcierto



Hay momentos en la vida sin distingos que somos iguales:en la enfermedad,el hambre,el deseo,el dolor,la necesidad , la búsqueda de algo.

Buscaba una dirección para informarme sobre unas obligaciones y toque desde el mas ínfimo vendedor de frutas,de llamadas telefónicas,dulces y dependientes de almacenes de cosas corrientes y ninguna podría saber lo que necesitaba,pero nadie sabia de nada.

Ese guardia de seguridad intimidante con su perro y su bozal,me advierte que es peligroso y me retire;le respondo que el debe saber que lo tiene que controlar quiera como quiera y me remite a otro,este me dice que en la taquilla y allí para todo.

La taquilla llena de manos en sus vidrios y por un pequeño orificio sale una voz de mujer y a mi pedido dice que en el semáforo del fondo camine a la derecha.

Busco el semáforo a la derecha y camino 360 grados para encontrarle la derecha terminando al frente de la misma.

No me resigno y con paciencia reago mi información , veo a todos los anteriores perdidos e inmersos en su mundo de conflicto y desesperanzas,mas necesitados y mas inocentes.

En mi intento consulto a estos personajes que viven de las monedas para cuidar los carros invisibles y de uno de ellos una mujer me dice que si necesito la oficina de trabajo estoy a media cuadra:me sentí caminando la vía láctea...

Pero me enrrute al sur en medio de mi desesperanza y donde menos lo esperaba estaba lo que buscaba y solo a 100 metros de todos los desmemoriados e informados estaba lo que nadie conocía .

Que nos pasa entre todos inmersos en el egoísmo,en el auto olvido en esa rabia existencial de gozar o hacer sufrir al necesitado cuando conozco la solución a su necesidad.

Ese dios universal que nos alimenta y proteje nos pone a prueba para las agresiones o para tener la paciencia de Job.

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